Desde que una idea se plasma en la memoria hasta que se hace realidad, hay por medio infinidad de trámites y asuntos que realizar. Para mí, uno de los más importantes fue diseñar el observatorio. He perdido la cuenta de la cantidad de horas que me pasé delante del ordenador peleando con Photoshop que era lo que tenía.
Tener las ideas muy claras es fundamental. Hablar con unos y otros, consultar las webs de otros que ya lo han hecho y, por último, decidir.
En principio, mi intención era la de hacer un observatorio típico de madera, pero su elevado mantenimiento y su segura degradación, me hicieron abandonar esa idea, así que me decidí por hacerlo de obra civil y hierro, y me sorprendió que, además de ser una construcción más fiable y mucho más sólida, era incluso algo más barata.
Hay que calcular muy bien las dimensiones del habitáculo, tanto como para permitirnos movernos con soltura dentro del observatorio, así como estimar muy bien la altura de los muros para que no nos resten horizonte. Como norma, 1700 mm de altura es suficiente
No obstante, hay que considerar también la altura de los diferentes elementos que vayan a ir instalados, teniendo en cuenta que el tejado podrá abrirse y cerrarse libremente sin peligro de que pueda tropezar con los telescopios montados.
Fundamental es también dotar al conjunto de un buen aislamiento térmico, ya que el observatorio no deja de ser un recinto reducido y que, al permanecer tanto tiempo cerrado, puede convertirse en un horno o en un frigorífico según la época del año.
Es importante no escatimar en nada porque es algo que tendrá que durarnos mucho tiempo, y hacerlo todo pensando en que, en un futuro, pueda crecer.
Después de algo más de un año de dar vueltas y más vueltas, buscar terrenos, hablar con unos y con otros, por fin, empiezan las obras. La verdad es que tengo una ilusión muy grande y estoy convencido de que definitivamente todo saldrá muy bien. Por falta de esfuerzo no será...
Me alegra ver que los plazos se van cumpliendo. El día estuvo algo nublado al principio y eso favoreció un poco la labor. Después salió el Sol y al final del día la capa más externa estaba seca. En total, se han empleado 10.700 kg de hormigón para la base y los pilares.
Todo sigue su curso dentro de los plazos establecidos, y se empiezan a levantar los muros del observatorio. Tuvimos suerte y el tiempo fue benigno, ya que a partir de su construcción entramos en una racha de tiempo lluvioso. El siguiente paso, la estructura de hierro que formará el tejado.
La cubierta la construye y la monta Francisco Domarco y con esto, el observatorio queda ya en condiciones de uso aunque con ciertas reservas. Sólo falta montar el equipamiento y algunos pequeños detalles como la colocación del mecanismo elevador para poder ubicar el LX200 con cierta comodidad.
No podría tener mejor estreno: Júpiter. Aun faltan muchas cosas por depurar, corregir, ajustar... pero la imagen que hemos visto esta noche de este planeta, deja fuera de toda duda la calidad del telescopio, contemplando detalles incluso dentro de la propia Mancha Roja, y eso nos ha dibujado una sonrisa en la cara.